¿Quién sería el idiota que propaló la máxima de que todas las opiniones son respetables? Eso es falso. Son respetables siempre las personas, pero sus ideas pueden ser criticadas, rebatidas e incluso refutadas. Es más, en una sociedad moderna e ilustrada, criticar las opiniones de los demás es un sacramento fundamental sin el cual la cultura se estanca y la convivencia degenera por acabar siendo zarandeada por los prejuicios dominantes.

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