No te olvido

No te olvido
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Un sentimiento de extrema melancolía me embargó en nuestro primer encuentro, cautiva, como el resto, la excepción, haber vivido en libertad.
Bestia torda, de porte majestuosa, arisca, tranquila, inquieta, curiosa, me gusta

su carácter, tiene voraz apetito aunque un tanto recelosa.
Siempre que puede mordisquea, si no le dejas refunfuña, da igual las veces, sabes que lo volverá a intentar.
No se rinde, terca como nadie más.
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Poco a poco me atreví a acercarme, con arisco recelo ambos compartimos buenos momentos, me costaba atarla, a veces no se dejaba y otras yo no quería.
Cuanto más cerca más grande parece, una pisada le basta para aplastarte, y aunque es de baja cuna grande es su nobleza.
La cepillé, se durmió, ya no había recelo, sí tensión, compartimos caricias, refunfuñamos al unísimo.
Convencía a la dueña para liberarla, cada día que no podía yo le hacía poder, me esperaba en la puerta, refunfuñando con el morro prieto, quería salir.
Me encantaba soltarla, de pronto la bestia se convertía en fuego, me daba miedo, revolcones en la tierra, nunca antes contemplé algo así.
Me decían de usar la fusta, yo soy más de consentir, le pedía lo que yo le daba, caminamos a un mismo paso, a veces había cuatro patas, otras seis.
Había que trotar, mañana soleada, mañana nublada, mañana encharcada, sudor compartido, vueltas en círculo, nada era igual.
Se tumbaba a mi lado, ¡menuda impresión!, le gusta provocar, a veces me retaba, yo aceptaba, llegó a morderme, con cariño,
me llenó de babas cientos de veces, me gruñó otras tantas, relinchó, me hizo vibrar.
Me provocaba, yo respondía, la llamaba, a veces venía.
Terror es verle acercarse, impetuosa como nadie, no para de lejos, no, necesita acercarse, es una sensación extraña, parece que te arrolla pero se detiene, bufa, sientes su aliento.
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Había confianza, la justa para el atrevimiento, de allí bebí.
Subirse a lomos de una bestia es una experiencia aterradora, debe consentir, una vez arriba la tensión me hacía sonreír, terror, grandiosidad de la vista.
Todo cambia, el mundo se encuentra a tus pies, el sol, la brisa, te envuelven de otro modo.
Nunca seré buen jinete, me quedó claro desde el primer momento.
Me lo puso difícil, no desistí, cabezones los dos, tercos como mulas entablamos mil batallas, algunas las perdía otras me las dejaba ganar.
Encontré sus puntos débiles, ella encontró los míos. No la ataba en corto, bueno, algún día sí, era mí recompensa, nunca la acepté más de dos veces.
No le tiraba, le sugería, la rienda me sobraba, no me gustaba imponer, deseaba aprender, compartir.
Conseguí prepararla, se dejaba hacer, ritual macabro, consentido, obligación impuesta.
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Un día, por fin me atreví, salimos. Me mostró su verdadero rostro, aquél que casi siempre ocultaba, ya no fuego sino viento.
Viví algo majestuoso, troté sin descanso, galopé eternamente, volé sobre su lomo. Casi salto un almendro, de cabeza, toqué cielo.
Trepé avismos, descendí montañas, durante algunos segundos consentimos ser uno.
Sintonizamos, ella quería, yo encantado, compartimos, volamos juntos sobre el viento, fuimos viento.
El tiempo se detenía en cada bocanada, de pronto un frenético impulso, todo quedaba atrás.
Atravesamos la bruma, rompimos el tiempo, arrastramos el recuerdo.
Ví lo que no era sombra y me encantó, también me llenó de moratones.
Desde entonces fuimos iguales.
Volví al principio, la melancolía me embargó.
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Llegamos a ser, encontramos comunión. Le estoy muy agradecido pero nunca podré ser buen jinete.
Ella es libre y yo la quiero. Pese a ello, no puedo liberarla.Morropreto

llya – BeIIissIm0


«llya – BeIIissIm0»

Una gran persona me preguntó por lo que me transmite este video. Voy a ello.

Al ver el video he recordado, o tal vez añorado, una de esas miradas, de las que aún sin saberlo dan un vuelco a la vida.
Algo tan simple, como es intercambiar una mirada, un leve destello en el tiempo, que dé pie a algo tan grande como para removerlo todo.

Ahora bien, al ver el video he detectado un sinfín de pequeñeces que esconden la grandeza de lo que realmente es vivir. Paso a plantear algunas.
El susodicho se encuentra ensimismado en tareas mundanas y de pronto recuerda algo vital que ha olvidado.
Todavía no tiene muy claro el qué pero se lanza de todos modos a la carrera.
Ahora posee un destino, la misión llegar a tiempo, y para ello desata su hiperactividad, sus sentidos se han puesto en marcha y la clarividencia le abre camino.
Entre la supuesta «vida y muerte» de su odisea cruza mirada con alguien, apenas un segundo le basta para romper la invisible barrera del mundo, toma resuello y llama a la puerta.
Por otro lado la incauta que ha osado mirarle, de pronto se topa con el señorito, – toc toc – le propone una idea absurda pero factible, ¿es una locura?;
rompe sus esquemas, pero acaba aceptando (que no cediendo), la locura ha arrastado cualquier duda y la acción toma el control, se ponen en camino, frenéticos, comparten un camino.
De pronto llegan al destino, la acción pasa a un segundo plano, tiene tiempo para reflexionar, se pone a recordar, todavía no cabe en sí de lo que acaba de vivir;
comienzan a asimilarlo con gozo, el señorito comienza a compararlo, comienza a dudar, – ¿qué hago aquí? – pone a prueba a su pareja, ¿espera sentir lo mismo en su mirada?,
la mirada de ella no lo encuentra pero en cambio se topa con su propio símil, él lo ve todo, de pronto la reflexión pasa a un segundo plano, le invade el miedo,
tal vez porque acaba de vivir una escena similar, de pronto sus miradas se cruzan, ¿se rinde?

Destellos que permiten vivir increíbles hazañas con recursos ocultos, de pronto todo vale nada y la nada cobra sentido.