El tercer enemigo

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Poder

‑ […] Y vendrá un momento en que comprenda que su claridad era sólo un punto delante de sus ojos. Y así habrá vencido a su segundo enemigo, y llegará a una posición donde nada puede ya dañarlo. Esto no será un error ni tampoco una ilusión. No será solamente un punto delante de sus ojos. Ése será el verdadero poder.

«Sabrá entonces que el poder tanto tiempo perseguido es suyo por fin. Puede hacer con él lo que se le antoje. Su aliado está a sus órdenes. Su deseo es la regla. Ve claro y parejo todo cuanto hay alrededor. Pero también ha tro­pezado con su tercer enemigo: ¡el poder!

«El poder es el más fuerte de todos los enemigos. Y natu­ralmente, lo más fácil es rendirse; después de todo, el hombre es de veras invencible. Él manda; empieza toman­do riesgos calculados y termina haciendo reglas, porque es el amo del poder.

«Un hombre en esta etapa apenas advierte que su tercer enemigo se cierne sobre él. Y de pronto, sin saber, habrá sin duda perdido la batalla. Su enemigo lo habrá transfor­mado en un hombre cruel, caprichoso.»

‑¿Perderá su poder?

-No, nunca perderá su claridad ni su poder.

-¿Entonces qué lo distinguirá de un hombre de conoci­miento?

‑Un hombre vencido por el poder muere sin saber real­mente cómo manejarlo. El poder es sólo un carga sobre su destino. Un hombre así no tiene dominio de si mismo, ni puede decir cómo ni cuándo usar su poder.

‑La derrota a manos de cualquiera de estos enemigos ¿es definitiva?

‑Claro que es definitiva. Cuando uno de estos enemigos vence a un hombre, no hay nada que hacer.

‑¿Es posible, por ejemplo, que el hombre vencido por el poder vea su error y se corrija?

‑No. Una vez que un hombre se rinde, está acabado.

‑¿Pero si el poder lo ciega temporalmente y luego él lo rechaza?

‑Eso quiere decir que la batalla sigue. Quiere decir que todavía está tratando de volverse hombre de conocimiento. Un hombre está vencido sólo cuando ya no hace la lucha y se abandona.

‑Pero entonces, don Juan, es posible que un hombre se abandone al miedo durante años, pero finalmente lo conquiste,

‑No, eso no es cierto. Si se rinde al miedo nunca lo conquistará, porque se asustará de aprender y no volverá a hacer la prueba. Pero si trata de aprender durante años, en medio de su miedo, terminará conquistándolo porque nunca se habrá abandonado a él en realidad.

‑¿Cómo puede vencer a su tercer enemigo, don Juan?

‑Tiene que desafiarlo, con toda intención. Tiene que llegar a darse cuenta de que el poder que aparentemente ha conquistado no es nunca suyo en verdad. Debe tenerse a raya a todas horas, manejando con tiento, y con fe todo lo que ha aprendido. Si puede ver que, sin control sobre sí mismo, la claridad y el poder son peores que los errores, llegará a un punto en el que todo se domina. Entonces sabrá cómo y cuándo usar su poder. Y así habrá vencido a su tercer enemigo. […] –

Las enseñanzas de Don Juan (Carlos Castaneda)

El segundo enemigo

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Claridad

‑ […] Una vez que un hombre ha conquistado el miedo, está libre de él por el resto de su vida, porque a cambio del miedo ha adquirido la claridad: una claridad de mente que borra el miedo. Para entonces, un hombre conoce sus deseos; sabe cómo satisfacer esos deseos. Puede prever los nuevos pasos del aprendizaje, y una claridad nítida lo rodea todo. El hombre siente que nada está oculto,

«Y así ha encontrado a su segundo enemigo: ¡la clari­dad! Esa claridad de mente, tan difícil de obtener, dispersa el miedo, pero también ciega.

«Fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Le da la seguridad de que puede hacer cuanto se le antoje, porque todo lo que ve lo ve con claridad. Y tiene valor porque tiene claridad, y no se detiene en nada porque tiene clari­dad. Pero todo eso es un error; es como si viera algo claro peto incompleto. Si el hombre se rinde a esa ilusión. de poder, ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender. Se apurará cuando debía ser paciente, o será paciente cuando debería apurarse. Y tonteará con el apren­dizaje, hasta que termine incapaz de aprender nada más.

‑¿Qué pasa con un hombre derrotado en esa forma, don Juan? ¿Muere en consecuencia?

-No, no muere. Su segundo enemigo nomás ha parado en seco sus intentos de hacerse hombre de conocimiento; en vez de eso, el hombre puede volverse un guerrero impetuo­so, o un payaso. Pero la claridad que tan caro ha pagado no volverá a transformarse en oscuridad y miedo. Será claro mientras viva, pero ya no aprenderá ni ansiará nada.

‑Pero ¿qué tiene que hacer para evitar la derrota?

-Debe hacer lo que hizo con el miedo: debe desafiar su claridad y usarla sólo para ver, y esperar con paciencia y medir con tiento antes de dar otros pasos; debe pensar, sobre todo, que su claridad es casi un error. Y vendrá un momento en que comprenda que su claridad era sólo un punto delante de sus ojos. Y así habrá vencido a su segundo enemigo, y llegará a una posición donde nada puede ya dañarlo. Esto no será un error ni tampoco una ilusión. No será solamente un punto delante de sus ojos. Ése será el verdadero poder […] –

Las enseñanzas de Don Juan (Carlos Castaneda)