La historia de la vida y tal

Unas 2.100 páginas y unas 3 semanas de trabajo para resumir la historia del universo y la humanidad en apenas 3 minutos, y además todo rociado con un buen toque de sentido del humor. Eso es lo que ha hecho Jamie Bell como proyecto final de sus estudios de arte, y me imagino que la nota habrá sido excelente porque el resultado no es para menos.

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Promiscuidad, no problemo «fusión espermática»

Dos investigadores de la Universidad de Harvard (EEUU) acaban de descubrir que el esperma de ratón hace algo de lo que no es capaz el de un hombre. Los expertos dicen en Nature que los espermatozoides de un mismo roedor son capaces de reconocer a sus hermanos y unirse a ellos para nadar más rápido hacia el óvulo y vencer así al esperma de machos rivales.

«El hecho de que el esperma distinga a sus congéneres apunta que es mucho más complejo de lo que pensábamos», indica Hopi Hoekstra, uno de los autores del estudio.

La colaboración sólo sucede en especies de ratón en las que la hembra copula con varios machos, por lo que el semen de cada uno compite con el resto. Lo comprobaron con dos especies de ratón ciervo (Peromyscus maniculatus), una promiscua y otra monógama.

El esperma del primero era capaz de discriminar a sus iguales y unirse a ellos, pero no los del segundo. Los expertos también comprobaron que los espermatozoides del hombre no colaboran entre sí. Añaden que más del 90% de los mamíferos se aparea de forma similar a los ratones promiscuos, por lo que la capacidad de cooperación del esperma puede estar muy extendida en el reino animal.

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La sabandija come lenguas

Imaginen que en vez de lengua tuviesen un ser vivo en la boca que la hubiese reemplazado. Desagradable, ¿no? Así deben vivir muchos peces payaso que se ven invadidos por el Cymothoa exigua, como ven en esta excelente foto.

¿No lo vieron? Miren mejor, no es su lengua, es un crustáceo que se la ha comido.

Si bien es pesadillezco, el parásito no mata a su víctima. Una vez en su boca, se alimenta de la sangre de la lengua, pero a la vez la va matando hasta que queda atrofiada y el crustáceo en sí termina reemplazándola, sin que esto sea un inconveniente para el pez payaso y su alimentación.

Estos crustáceos son conocidos como sabandija come lenguas, y al parecer es el único parásito que reemplaza por completo el órgano de su huésped.

El C. exigua suele vivir en la costa de California. Puede llegar a medir entre 3 y cuatro centímetros de largo. No entra a su huésped por la boca como cabría imaginar, sino por las branquias. Luego se adosa a la base de la lengua.

Una vez allí utiliza sus garras para extraer sangre de ella, su alimento. A medida que come menos sangre llega a la lengua por lo que se termina atrofiando. Allí es cuando el crustáceo termina adosando su propio cuerpo a los músculos de que antes fuese la lengua.

Luego el pez parasitado puede usar al crustáceo como lengua, ya que puede moverlo con los músculos que le han quedado, por lo que la alimentación del propio pez no se ve afectada para nada. El crustáceo sigue alimentándose de la sangre del pez, pero ahora en menor medida, ya que también se alimentan de su mucosa bucal.

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