No me importa nada tu amor ni que tú seas mía, como ya dije; sigue siendo de quien has sido, si puedes;al cual, si antes le odié, ahora le amo considerando lo que ahora te ha hecho. Vosotras os vais enamorando y deseáis el amor de los jóvenes, porque los veis con las carnes algo más vivas y con las barbas más negras y caminar bien derechos y danzar y justar; y todas estas cosas las tuvieron los que son algo más entrados en años, y saben lo que los otros deben aprender.

Y además los consideráis mejores jinetes y que hacen jornadas de más millas que los hombres más maduros. Desde luego confieso que ellos se os cepillan con más fuerza, pero los entrados en años, al ser expertos, saben mejor por dónde están las pulgas, y hay que preferir con mucho lo poco y sabroso que lo mucho e insípido; y trotar mucho destroza y cansa, aunque se sea joven, mientras que ir lentamente, aunque algo más tarde le lleve a uno a la posada, al menos le lleva descansado.

Vosotras no os dais cuenta, animales sin intelecto, de cuánto mal se esconde bajo esa escasa bella apariencia. Los jóvenes no se contentan con una, sino que cuantas ven, tantas desean, de tantas les parece ser dignos; por lo que su amor no puede ser estable, y tú ahora por experiencia puedes ser testigo serguro. Y les parece ser dignos de ser reverenciados y mimados por sus amadas, y no tienen mayor gloria que el jactarse de las que han tenido; cuyo fallo a veces hizo que muchas cayeran en manos de los curas, que no lo van contando.

El Decamerón