Es una crónica judicial que parece sacada de un libro de ciencia ficción. Un juez de Hawai, el 50º Estado de los Estados Unidos de América, tendrá que decidir si detiene los trabajos de un laboratorio europeo, el Large Hadron Collider (LHC) de Ginebra, cuya construcción costó más de 5.000 millones de euros y que trabaja sobre uno de los proyectos de física cuántica más ambiciosos del mundo. ¿La razón? Podría acabar con la humanidad, el planeta Tierra y parte del universo.

Su teoría expone dos riesgos fundamentales: cuando el LHC entre en funcionamiento -se prevé que en mayo de 2008-, podría crear un agujero negro que literalmente se tragara al planeta y podría originar una «materia extraña» que convertiría la tierra en una estrella de neutrones sin vida tal y como la conocemos. Según Wagner y Sancho, la combinación de ambos peligros genera una probabilidad del 75% de que el LHC acabe con la Tierra. O, cómo explicó Sancho a la justicia estadounidense, «el CERN quiere que juguemos a la ruleta rusa con dos balas».

Fuente de la noticia en adn.es